El deber ser y el ser de la política:

de la filosofía política a la ciencia política

The ought to be and the being

of politics: from political philosophy

to political science

Rosendo Bolívar Meza1

Instituto Politécnico Nacional, México

rbolivarm@ipn.mx

Resumen: La política ha captado la atención de filósofos e historiadores desde la antigüedad griega. Poco a poco el estudio de los fenómenos políticos se ha ido afinando, de manera tal que en la época contemporánea se puede hacer una clara distinción entre filosofía política (el deber ser de la política) y ciencia política (la política tal cual es). Analizar y discutir los asuntos públicos, el bien común y las relaciones de poder es algo que se hizo desde la antigüedad, cuando surgió la filosofía política. Lo que es relativamente moderno es el estudio de la política como ciencia, ya que una disciplina adquiere el carácter de científica cuando tiene un objeto autónomo y específico de conocimiento y sus propios métodos de investigación.

Palabras clave: ciencia política, fenómenos políticos, filosofía política, poder, política.

Abstract: Ever since Ancient Greece, politics has captured the attention of both philosophers and historians. Gradually, the study of philosophical phenomena has been refined to a degree where contemporary thought can make a clear distinction between Political Theory and Political Science. The analysis of public affairs, the notion of common good and power relations have all been studied from the time Philosophical Theory first emerged. However, what is deemed ‘modern’ is the study of politics as a science, given that discipline is believed to be scientific when it has a specific and independent object of study with its own research methods.

Keywords: Political science, Political phenomena, Political philosophy, Politics, Power.

Recibido: 8 de abril de 2024

Aprobado: 28 de octubre de 2024

DOI: 10.15174/rv.v18i35.787

1. Introducción

El término política se origina en las palabras griegas polis, politeia, politica y politikè. Para los antiguos griegos la política era el estudio o el conocimiento de la vida en común de los hombres que se organizaban para vivir en una polis o ciudad (Prèlot 5). Con el paso del tiempo la palabra permanece, pero su contenido histórico-social ha cambiado. Para los griegos el fin de la política era hacer buenos y virtuosos ciudadanos, dándole una finalidad ética. Con estos principios se desarrolló la filosofía política, como el deber ser de la política.

Sócrates veía que los griegos de su tiempo se dedicaban demasiado a las cosas materiales y sus principales preocupaciones estaban en hacer riqueza, lograr poder y experimentar placer. Pero para él la verdadera política consistía en hacer al hombre mejor y virtuoso. Por ello criticaba a los políticos de su tiempo y la labor que realizaban, ya que no habían podido enseñar los principales valores humanos, entre los que destacaba el bien común.

En La República, Platón desarrolló el estudio del alma y los grupos sociales de un Estado ideal. Partió de la educación como factor determinante para crear un hombre mejor. El mejor hombre de la sociedad ideada por él sería el que velara por la seguridad del Estado y que buscara hacer mejores ciudadanos, esto es, mejores hombres en excelencia y virtud. Los mejores hombres, los destinados a dirigir los destinos del gobierno, debían tener y conservar las virtudes del valor, la prudencia, la templanza y justicia.

Aristóteles quiso definir a la sociedad perfecta, donde el hombre puede desarrollar a plenitud sus facultades sociales y espirituales. En su obra, La Política, estudia al hombre, en el que ve su naturaleza moral, a lo que Sócrates ya había hecho referencia, pero también descubre su naturaleza intrínsecamente social, por lo que vive en sociedad. No basta cualquier sociedad para llenar la vida del hombre, ya que éste satisface algunas necesidades sociales en la familia y en otras agrupaciones humanas, pero sólo en la polis encuentra la plenitud de posibilidades que exige su naturaleza social. Por esto la polis es la sociedad perfecta, y el conocimiento dedicada a su estudio es la política.

Luego de la antigüedad griega, en la Edad Media el pensamiento político siguió su cauce. Los pensadores cristianos retomaron algunas de las ideas griegas y polemizaron con otras. Sin embargo, toda su concepción del hombre y la política se subordinó a la explicación cristiana y a la salvación del alma en un reino divino. El exponente de la teoría medieval del Estado fue San Agustín, quien consideró que el Estado ideal de Platón estaba fuera del tiempo y del espacio, por lo que, en su tratado La Ciudad de Dios, terminado de escribir en el año 426, sustituye las ideas platónicas por las de Dios o religiosas.

También dentro de la Edad Media, Policraticus, el gran libro de Juan de Salisbury, escrito alrededor del año 1159, es considerado el primer tratado de filosofía política en Europa. Describe cómo debe ser el buen príncipe como cabeza de la comunidad política. Posteriormente, Marsilio de Padua escribió en 1324 El Defensor de la paz, en el que defendía el Estado laico.

Analizar y discutir los asuntos públicos, el bien común y las relaciones de poder es algo que se hizo desde la antigüedad, cuando surgió la filosofía política. Lo que es relativamente moderno es el estudio de la política como ciencia, ya que una disciplina adquiere el carácter de científica cuando tiene un objeto autónomo y específico de conocimiento y sus propios métodos de investigación. En la antigüedad los aspectos políticos se subordinaban a lo ético. En la Edad Media a lo religioso o a explicaciones metafísicas. Fue hasta el Renacimiento cuando la política comenzó a ser abordada por sí misma como relaciones de poder y sin supeditarse a otras esferas. El hombre que realizó esto fue Nicolás Maquiavelo, quien lo plasmó en su obra El Príncipe, primer tratado sobre la ciencia política, publicado en 1513.2

Maquiavelo estudió la política con métodos empíricos y describió lo que los hombres hacen y no lo que deberían hacer respecto al ejercicio del poder, como sucede con la filosofía política. Lo que hizo fue retratar su época. Es innegable su valor al hacer el análisis de la política por la política misma, dándole así su carácter de ciencia. Escribe su libro sin referencias a la religión, la metafísica o los principios éticos. Abandona toda la concepción del sistema político medieval. Intuye la nueva realidad social y política. Le da consejos al príncipe de cómo adquirir y conservar el poder y qué medidas concretas tomar para lograrlo.

A partir de la obra de Maquiavelo comenzó el desarrollo de la ciencia política, con pensadores que definieron claramente para esta ciencia su propio objeto de estudio y sus propios métodos de obtención del conocimiento.

Dentro del Renacimiento, concretamente en 1576, se publicó una obra de filosofía política de gran relevancia: Los seis libros de la República, escrito por Jean Bodín, quien acuñó el concepto de soberanía, a la que concibe como la fuerza de cohesión y unión de la comunidad política sin la cual ésta no puede sobrevivir. Bodín se va a situar en el plano de la legitimidad y no en el de los hechos, como lo hizo Maquiavelo.

Con Thomas Hobbes la ciencia política avanzó de manera notable. En 1651 escribió una de las obras más ricas de la historia de la teoría política: el Leviathan. Junto con Maquiavelo y Bodín, fue uno de los grandes teóricos del absolutismo, es decir, de la centralización total del poder en manos del monarca y, junto con John Locke y Juan Jacobo Rousseau, atribuyó el origen y organización de la sociedad a un contrato original.

Con Hobbes el Estado surgió para la protección y defensa del hombre natural, estableciendo el equilibrio entre el poder material y el poder eclesiástico. El Estado es el poder que surge para controlar la injusticia, pues parte del hecho de que el hombre es el lobo del hombre y que todo se resume a la fuerza y la astucia.

En 1690 John Locke escribió una obra clave para el desarrollo del liberalismo: Ensayo sobre el gobierno civil. Su pensamiento fue anti absolutista, pues consideró que el estado de naturaleza del hombre no era de guerra, sino el que está regulado por la razón. Hay libertad e igualdad y los hombres deciden libremente ser representados por un gobierno legítimo.

Montesquieu escribió en 1748 su libro Del Espíritu de las Leyes, en el que buscó algo más que la elaboración de teorías y leyes, es decir, su espíritu, sus principios y sus motivos, para la mejor convivencia política. En la república democrática su naturaleza será el pueblo soberano en tanto que su principio será la virtud política, definida por él como el amor a la patria y a la igualdad. El hombre de bien de que nos habla no es el hombre de bien cristiano (como en la Edad Media), sino el hombre de bien político: amante de las leyes. Aceptó la división de poderes propuesta por Locke, pero añadió al ejecutivo y al legislativo el poder judicial, poniendo énfasis en que deberían estar en distintas manos: una separación real de poderes.

Juan Jacobo Rousseau fue uno de los más importantes pensadores liberales. En 1762 se publicó su libro El contrato social, en el que sostiene que la soberanía se desprende del contrato social, de la libertad e igualdad naturales que se transforman en la sociedad. El soberano es el pueblo que plantea la voluntad general en forma de ley. La voluntad general es lo mejor para la comunidad, es el bien de esa comunidad en detrimento de los intereses particulares y egoístas de los sujetos. La soberanía es la expresión de la voluntad general y pertenece al pueblo, no al monarca. La ley, por su parte, debe ser la expresión de esa voluntad general. El gobierno es representante del soberano y es el que ejecuta el acto general: la ley.

Carlos Marx y Federico Engels plantearon una concepción netamente revolucionaria en el sentido fiel de la palabra. Elaboraron una de las teorías científicas más desarrollas dentro de las ciencias sociales, que es el materialismo histórico y dialéctico. Se abocaron al estudio de la sociedad en general y sostuvieron que la historia es una lucha de clases entre los que son propietarios o poseedores de los medios de producción y los que venden su fuerza de trabajo para poder subsistir. Señalaron las contradicciones del sistema capitalista y sentaron las bases de uno nuevo. Afirmaron que es el ser social lo que determina la conciencia y no al contrario, como lo había pensado Hegel.

Con el surgimiento de la Escuela Legalista de la Teoría del Estado en el siglo xix, se abrió una nueva era en la ciencia política. Ya en el siglo xx comenzó a revelarse como una disciplina especializada, integrando el legalismo formal de la teoría del Estado como el centro de sus intereses.

Con los grupos políticos como un nuevo aspecto para el estudio de los fenómenos políticos, desde el siglo xx y lo que va del siglo xxi se presenta una gran proliferación de subcampos en el análisis de la ciencia política. Esta descripción objetiva formal fue fortalecida con investigaciones filosóficas tradicionales con respecto a los fines del gobierno y del Estado, es decir, continuó haciéndose filosofía política, pese a que había quienes auguraban que con el surgimiento, desarrollo y profesionalización de la ciencia política podría finalizar la época de la filosofía política.3

Con base en este apretado recorrido histórico sobre la evolución del estudio de la política, en el que se retoman a algunos de los principales pensadores de la política y que sirve como introducción al tema, el objetivo de este artículo (de carácter exploratorio, pero con pretensiones explicativas y analíticas que puedan contribuir al desarrollo de investigaciones futuras sobre el tema), es responder interrogantes como ¿qué es la política? ¿por qué inicialmente con los griegos a la política se le concibió como un deber ser con una función ética?, ¿por qué a partir del Renacimiento a la política se le asoció más con el estudio y el ejercicio del poder?, así como ¿qué diferencias hay entre filosofía política y ciencia política? A esto antecede una sucinta distinción entre filosofía y ciencia.

Para intentar dar respuesta a estas interrogantes, además de esta introducción el artículo incluye tres apartados más, en los que se tiene un acercamiento a las definiciones de filosofía y ciencia, para luego pasar a abordar lo referente a la filosofía política y posteriormente lo que es la ciencia política, para al final presentar algunas conclusiones.

Se parte de la hipótesis de que tanto la filosofía política como la ciencia política explican y analizan los hechos políticos de la realidad, cada una desde distintas perspectivas. La primera para buscar mejorarla y superarla; la segunda para abordarla tal cual es.

2. Filosofía y ciencia: precisiones conceptuales necesarias

La distinción entre filosofía y ciencia es sumamente interesante y abrumadora. Desde luego en este espacio solamente se retoman los principales aspectos diferenciadores entre una y otra, que nos ayuden a analizar el tema objeto de estudio que se desarrolla más adelante.

“La noción de ciencia se determina frente a la de filosofía, y presupone que un saber científico se ha separado del alma máter del saber filosófico” (Sartori: 2012: 81) y, de acuerdo con este autor, esta separación se inició en los siglos xvi y xvii. De ahí que la filosofía política sea anterior a la ciencia política. En los trabajos de Sartori (2002 y 2012), señala que, aunque toda ciencia se desprende de la filosofía, el conocimiento filosófico es distinto al conocimiento científico. Cada una de ellas utiliza su propio lenguaje y se diferencian en función de sus respectivos interrogantes de fondo. La principal interrogante del filósofo se resume en un porqué que busca las causas últimas, mientras que la del científico se resume en un cómo. En el porqué del filósofo se incluye un cómo y en el cómo del científico se incluye un porqué. No es que la filosofía explique y que la ciencia describa. Es que en la filosofía la explicación subordina la descripción, mientras que en la ciencia es la descripción la que condiciona la explicación. La explicación filosófica no comprueba los hechos, sino que los supera y los transfigura, mientras que la explicación científica emerge de los hechos y los reproduce.

El conocimiento filosófico y el conocimiento científico son diferentes. El primero se preocupa por el qué, el por qué y el para qué de la realidad, con una intención totalizadora, puesto que la filosofía se ocupa del universo, de todo cuanto hay. El segundo estudia una parte de esa realidad y se pregunta cómo es ésta, en qué fenómenos se manifiesta y cuáles leyes la rigen.

Toda ciencia es un grupo organizado de conocimientos sobre una materia dada. Su propósito no es simplemente describir fenómenos observados o en alguna forma conocidos, sino explicarlos y, de ser posible, vaticinar acontecimientos futuros, mediante la construcción de escenarios. Tanto las explicaciones como las predicciones implican una dependencia de leyes generales y su planteamiento es, en consecuencia, la tarea fundamental de toda ciencia (Oppenheim 16-17).

La ciencia proporciona un conocimiento comprobado y comprobable por todos; el método científico contiene todos los pasos y procedimientos para probar sus conocimientos. El objeto de la ciencia es conocer los hechos que constituyen la realidad, cuya existencia certifican y prueban las percepciones sensoriales, las cuales nos proporcionan los datos de que se vale la ciencia, y deben estar exentas de todo tipo de supuestos o elementos derivados de la subjetividad humana. La objetividad propia de la ciencia sólo la poseen los datos puros de la experiencia y los conocimientos perfectamente comprobables que resultan del procedimiento científico (Cardiel 16-17).

Para llegar a un conocimiento científico es indispensable cubrir las tres condiciones que plantea Jean Meynaud (128): a) posesión de un objeto, b) utilización de un método y c) establecimiento de certidumbres.

Las ciencias se basan en la experiencia y tratan de los hechos y de la realidad. Buscan describir e interpretar, es decir, explicar los hechos y describir y formular leyes generales. Para ello utilizan teorías, datos, observaciones, experimentos, críticas y tests, entre otros elementos. Elaboran teorías que buscan explicar fehacientemente el objeto de estudio, las cuales deben ser corroboradas, ya que de otra forma no serían científicas. Lo aseverado tiene que ser corroborado para poder considerarse científico, y esa corroboración debe realizarse a través de métodos científicos. Al mismo tiempo, el conocimiento científico crece, es decir, es acumulativo, ya que los nuevos descubrimientos se fincan en avances previos. Las verdades científicas son universales.

Algunas diferencias entre ciencia y filosofía son que la primera, en algunos casos, tiene un alto grado de matematización y de experimentación, cosa que no sucede con la filosofía. Aunque tienen discursos distintos, pero no opuestos, la ciencia incluye supuestos filosóficos que le pueden generar análisis fructíferos, mientras que la filosofía necesita también de conocimientos empíricos bien establecidos para no pensar sobre el vacío. “Entre sus fines hay similitud y complementariedad y entre sus métodos hay diferencias, pero no absolutas” (Diéguez 9).

Al tener diferentes objetos de estudio: la filosofía estudia la totalidad y la ciencia una parte de la totalidad, resultan también diferentes métodos de aprehensión y explicación de la realidad. Los diversos métodos filosóficos son las diferentes lógicas de razonamiento que sigue cada escuela filosófica, derivándose de esto métodos como el dialéctico, el intuitivo, el fenomenológico, el analítico y otros. Por su parte, el conocimiento científico pretende apegarse a un método científico, o sea, a un conjunto de reglas o normas que le permiten aspirar a lograr racionalidad, objetividad, comprobación y comunicabilidad (Emmerich 22-24).

Coincidiendo con Suárez-Íñiguez (115-116), y para acercarnos a nuestro objeto de estudio, no hay que confundir la filosofía política con la ciencia política. La filosofía es metafísica, pues aborda asuntos que van más allá de los hechos naturales. Es un sistema de conocimientos especulativos basados en la razón, sin relación con los hechos, que se expresa a través de conceptos. La filosofía política trata lo referente a los principios, propiedades y causas últimas de la política, de su naturaleza y de sus fundamentos. Por su parte, la ciencia trata de explicar hechos y, si es posible, vaticinarlos. Se basa en leyes generales. A partir de esto, la ciencia política estudia el poder, el Estado, el sistema político, entre otras cosas que tienen que ver con los asuntos públicos.

3. Filosofía política

De acuerdo con Leo Strauss, la filosofía política es el intento por dar respuesta a la pregunta sobre cuál es el mejor régimen de gobierno que haga posible la “buena vida” (1970). En este sentido, la filosofía política es una rama de la filosofía que reflexiona sobre el deber ser del orden social y los problemas del Estado y la sociedad, que históricamente ha venido buscando y reflexionando sobre la mejor forma posible de gobierno.4 Al ser un pensamiento filosófico, sus premisas son válidas puesto que demuestran la lógica de su razonamiento. El pensador dedicado a ella se interesa sobremanera por el fundamento y los orígenes de los asuntos políticos, por las metas que la política persigue, así como por el buen o mejor uso del poder y del Estado (Emmerich 21). Se ubica en el terreno de los argumentos, los valores y la construcción de sistemas de pensamiento, por lo que su misión es la construcción y reconstrucción de los razonamientos y el conocimiento en torno a los problemas relativos al poder.

La diferenciación-vinculación entre filosofía política y ciencia política se encuentra en los orígenes del pensamiento político de la antigua Grecia, cuando con Platón y Aristóteles se inicia una actitud de investigación y análisis de la realidad social, fundamentando su pensamiento no en una sola reflexión, sino en el análisis de lo real y en un movimiento inductivo que va de lo particular a lo general, en que las bases del pensamiento político de ambos surgen del estudio de la organización social y política de la antigua Grecia.

Mientras que en La República Platón elaboró una construcción ideal de una polis o ciudad, Aristóteles en La Política examinó las constituciones de más de ciento cincuenta ciudades-Estado de su tiempo. Mientras que Platón consideró que su modelo ideal de polis podía ser aplicado en todo tiempo y lugar, Aristóteles no ofrecía una respuesta única a la cuestión de cuál era la mejor forma de gobierno, puesto que sostenía que ésta dependía de las características de cada pueblo y Estado.

Mucho tiempo después, con la formación del Estado-nación en los siglos xv y xvi, el pensamiento político adoptó una forma cada vez más empírico-científica y menos filosófico-especulativa. A principios del siglo xvi en El Príncipe, Maquiavelo estableció una ruptura entre lo filosófico-moral y lo político-práctico, entre el deber ser como preocupación filosófica y el ser efectivo como preocupación científica. Con su propósito de buscar la verdad efectiva de las cosas, contribuyó notoriamente al nacimiento de una ciencia política autónoma.

Con lo anterior se transita del deber ser de la política con la filosofía política, a la ciencia política como el análisis del ser de la organización de la vida en común de los seres humanos, lo cual se dio en la transición de la antigüedad griega, a la Edad Media y al Renacimiento.

Es hasta el siglo xix cuando la ciencia política logra una mayor diferenciación de la filosofía política. En este sentido, tanto el positivismo de Augusto Comte expresado en La Filosofía Positiva, como el pensamiento de Carlos Marx y Federico Engels, contribuyeron a esta evolución de la filosofía social hacia la ciencia social. Ellos presentaron una clara preocupación por crear una ciencia de lo social-real, e intentaron construir modelos teóricos y metodológicos sistemáticos, muy diferentes entre sí. Aunque planteaban distintos métodos e ideas, coincidieron en la necesidad de estudiar científicamente la realidad social. Tanto para Comte como para Marx y Engels la creación de una ciencia social se basaba, en mucho, en la filosofía o visión del mundo que cada uno de ellos sostenía, de la que derivaron sus respectivas concepciones de la sociedad. Para Norberto Bobbio, actualmente

en la filosofía política están comprendidos tres tipos de investigación: a) sobre la mejor forma de gobierno o sobre la óptima república; b) sobre el fundamento del Estado, o del poder político, con la consiguiente justificación (o injustificación) de la obligación política; y c) sobre la esencia de la categoría de lo político o de la politicidad, con la disputa preponderante sobre la distinción entre la ética y la política (70-71).

De ahí que la filosofía política no busca explicar el fenómeno del poder, sino justificarlo y, como investigación de la esencia de la política, se aleja de toda verificación empírica.

4. La ciencia política

La ciencia política es una ciencia humana y del espíritu, que depende de la contingencia y libertad humanas, no de leyes naturales y exactas. Como toda ciencia tiene su propio objeto de estudio, el de la ciencia política son los hechos políticos y, como estos son siempre un producto humano, podría hablarse con mayor propiedad de actos políticos. La política como ciencia tiene un método científico que conduce al conocimiento objetivo de los hechos políticos. No trata sólo de valorar o legitimar ciertas formas de organización política, sino también de describir la realidad social que las rodea.

La ciencia política se caracteriza por ser una disciplina autónoma e independiente, con una estructura sistemática y teórica propia. La autonomía de la ciencia política se refiere a una reflexión particular sobre la política.5 Tiene el status científico porque ha alcanzado un nivel especializado sobre lo político, con un objeto de conocimiento autónomo respecto de otras disciplinas sociales como la historia, la sociología, la antropología o la propia filosofía, con un análisis de los diferentes aspectos de la realidad política mediante una metodología propia (Carro 257 y 263).

A la ciencia política se le puede definir como el estudio del comportamiento político, de los procesos y de las instituciones políticas, así como de los sistemas políticos y sus relaciones entre sí. Es un análisis crítico y sistemático de los fenómenos políticos y de las instituciones que origina, entre ellas al Estado y las sociedades políticas, lo que se puede describir como la vida política. Aspira a explicar y predecir los acontecimientos políticos en virtud de leyes o principios descriptivos generales. Tradicionalmente se ha ocupado de temas como la naturaleza humana en la política, el origen y ejercicio de la autoridad política, las causas de los conflictos políticos y su solución mediante decisiones autoritarias o negociaciones (Oppenheim 18-19).

Con base en David Easton (83), la ciencia política ha sido definida como el estudio del poder, el monopolio del uso legítimo de la fuerza, la búsqueda del mejor modo de vida, del Estado, etcétera. Un elemento distintivo de la ciencia política occidental es la falta de consenso para definir de manera acabada su objeto de estudio. A pesar de lo anterior, Easton la define como el estudio del modo en que son tomadas las decisiones en una sociedad determinada y su relación con la mayoría de la población.

La ciencia política no es una ciencia especulativa sino fáctica, que pretende validarse a partir de la contrastación de sus enunciados con la realidad, incluyendo una sólida lógica de razonamiento. En ese sentido, el politólogo como estudioso de ella, está interesado en describir y explicar las realidades y regularidades del poder político y del Estado, así como las acciones y luchas que se libran en torno a éstos.

La ciencia política busca incrementar el conocimiento de los fenómenos políticos y desarrollar nuevas metodologías y técnicas de investigación, así como también encontrar la solución a problemas políticos concretos que se puedan presentar. Es una ciencia social empírica que no explica las causas últimas o los fines de la política, como lo hace la filosofía política, sino que explica hechos políticos y formula leyes generales con un lenguaje y un instrumental propios.

De acuerdo con Karl W. Deutsch (19), la ciencia política es una ciencia aplicada. Sus tareas son prácticas y sus teorías se nutren de la práctica. Por ello, los politólogos acuden a todas las ciencias del comportamiento humano como la sociología, la psicología, la economía, la antropología, la historia y la teoría de la comunicación. Como las demás ciencias sociales, la ciencia política es reflejo y elemento determinante en las transformaciones que tienen lugar en la esfera de lo social. Es por ello que el crecimiento y desarrollo de la ciencia política hasta fines del siglo xx y principios del siglo xxi se debe en mucho a lo que ha logrado retomar de otras ciencias sociales, a su capacidad de interacción de lo viejo con lo nuevo.

Las ciencias sociales en general, y en particular la ciencia política, adquirieron a partir de Carlos Marx, Augusto Comte, Emilio Durkheim, Max Weber y los pensadores del estructural-funcionalismo, un carácter cada vez más empírico-científico y menos especulativo-filosófico.6 Desde entonces, el método, las técnicas, el dato y su medición, las hipótesis y su contrastación, tienen cada vez una mayor relevancia en el trabajo del politólogo, en el que la filosofía comienza a pasar a un segundo plano, pero sin abandonarla, ya que al cuestionarse la realidad, destacar ciertos aspectos de ella y postular relaciones de causa-efecto, dependen en mucho de cómo el científico conciba al mundo, la vida social, al ser humano y al proceso de conocimiento, lo cual está íntimamente relacionado con el mundo de la filosofía.

5. Conclusiones

A lo largo del tiempo han variado las definiciones sobre la política y su objeto de estudio. Algunas de las más importantes la han caracterizado como el análisis de: a) las condiciones para ser más virtuosos y mejores ciudadanos, dándole una finalidad ética; b) el monopolio del uso de la violencia física legítima; c) la autoritaria distribución de valores para una sociedad, d) las formas de organización y ejercicio del poder, entre otras.

Aunque la filosofía política, como el deber ser de la política, ha basado su hilo progresivo en el estudio de ideas tales como libertad, igualdad, constitucionalismo, democracia, etcétera, también ha buscado entenderlas mejor, analizándolas en su claridad, consistencia e implicaciones, además de que ha buscado explicar su crecimiento, persistencia y difusión como un fenómeno histórico.

Pese a ello, la filosofía política contemporánea ha vivido un debilitamiento, pues se ha limitado fundamentalmente a la historia de las ideas políticas de los grandes filósofos políticos. Es por ello que, a partir del siglo xx, comenzó a perder parte de su cualidad creativa.

Por otro lado, la ciencia política ha tenido transformaciones exógenas y endógenas. Las primeras se refieren a que tiene objetos de estudio móviles, complejos y en ocasiones inaprehensibles. Las segundas conciernen al replanteamiento interno de la disciplina en sus métodos, perspectivas teóricas, aparatos de investigación y alcances de sus debates. Actualmente tiene dos ejes fundamentales: a) la realidad política, sus diversos dominios y dimensiones, instituciones, prácticas, procesos, procedimientos, sujetos y acciones, significados y sentidos, y b) la producción teórica, el desarrollo del saber y la indagación científica.

Además de estos ejes, los principales temas tratados por la ciencia política contemporánea son los siguientes: teoría política e historia de las ideas políticas (ambas relacionadas con la filosofía política), las instituciones políticas (gobiernos federales, estatales y municipales), partidos políticos, grupos de presión, opinión pública, participación ciudadana, cultura política y política internacional.

Si bien es cierto la política es una cuestión de hechos y valores, también lo es que no puede prescindir de la verdad. La preocupación fundamental por la verdad, por el conocimiento que pueda ser verificado y por las políticas que funcionen, es lo que convierte a la política en una ciencia y a quienes la practican en politólogos que deben analizar la política tal cual es, es decir, el ser de la política. Sin esta preocupación por las pruebas y la veracidad, la política seguiría siendo un choque de opiniones, presiones, poder o mera propaganda. Cuando hay preocupación por la verdad, la política puede convertirse en una búsqueda de soluciones y nuevos descubrimientos, de nuevas formas de trabajo y de acción conjunta de nuestro propio destino.

En el caso de las ciencias sociales en general y de la ciencia política en particular, la ideología y los intereses parciales siempre han jugado un papel de primer orden en la creación del conocimiento. La ciencia política no hace un simple registro de la actividad política, sino que implica participación en la política, por lo que toda investigación en ciencia política es siempre, implícita o explícitamente, una propuesta programática.

De ahí que Gaetano Mosca (43-44) haya considerado que la política más que describir y descubrir las leyes y modalidades que rigen los fenómenos sociales, ha investigado los procedimientos por medio de los cuales un hombre o una clase de personas llegan a disponer del poder supremo, en una sociedad dada, y a defenderse contra los esfuerzos de quienes aspiran a sustituirlos. Se trata de dos cosas que, si bien tienen algún punto de contacto entre sí, son sustancialmente diferentes.

Referencias

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  1. 1 El autor agradece las sugerencias aportadas por quienes dictaminaron este artículo.

  2. 2 Maquiavelo fue el primero que abordó los fenómenos políticos desde la ontología (“ontos”, que significa ser, aquello que es) y no desde la perspectiva deontológica (“deon-ontos”, que significa deber o lo que es necesario).

  3. 3 Para Giovanni Sartori el impacto de la filosofía política ha sido mucho mayor que el de la ciencia política, ya que ofrece una visión total de la realidad y una concepción totalizadora del mundo. “Haciendo una comparación, la filosofía es poesía, la ciencia es prosa” (Sartori, Cómo hacer ciencia política 192).

  4. 4 Responder ¿cuál es la mejor forma de gobierno?, ¿en qué consiste el fundamento de la obligación política ciudadana? o ¿cuál es la naturaleza de la condición humana y política?, son algunas de las preguntas a las que se aboca la filosofía política (Martínez 142).

  5. 5 La autonomía de la ciencia política no debe entenderse en sentido absoluto, por lo que Sartori (Cómo hacer ciencia política 88-89) plantea el cumplimiento de cuatro tesis. Primera, que la política sea distinta; segunda, que la política sea independiente, es decir, que siga sus propias leyes; tercera, que sea autosuficiente, es decir, que sea autárquica, en el sentido de que se baste para explicarse a ella misma; y cuarta, que la política sea una causa prima, una causa generadora no sólo de sí misma sino también del resto.

  6. 6 De igual manera en las ciencias sociales en general, y en la ciencia política en particular, comenzaron a enfrentarse ideologías opuestas para la conservación o transformación del orden social en el marco de la lucha de clases dentro del Estado, con lo que comenzó a quedar en duda la supuesta neutralidad ideológica de las ciencias sociales.