Entre palabras y realidades: diálogos entre el compromiso social y la literatura en México y Chile.
Más allá de la torre de marfil. Relaciones entre literatura y sociedad en México y Chile, Andreas Kurz (coord.), México, Universidad de Guanajuato, 2022.
“La literatura se ha vuelto una disciplina apolítica y asocial, su sobreteorización ha tenido como consecuencia que la cápsula se vuelva cada vez más hermética: si la crítica se formula en un lenguaje que sólo una élite de iniciados entiende, no es crítica”, escribe Andreas Kurz en el prólogo de apertura a este compendio de ensayos que dialogan sobre “el vaivén entre la literatura comprometida y una que se refugia en la Torre de Marfil”. Con el propósito de indagar en esta relación, las y los autores convocados muestran desde diversos enfoques la confrontación de discursos, la contradicción de figuras autorales, la voluntad creadora y la búsqueda de justicia por medio de un lenguaje poético que dé paso, si es posible, hacia una forma de mediación con el entorno de violencia que nos atraviesa.
Andreas Kurz inicia el libro con “El desarrollo de la literatura nacional mexicana después de 1867. El proyecto liberal de Ignacio Manuel Altamirano: una zona de contacto decimonónica”. El estudio sigue algunas de las problemáticas de la iniciativa pedagógica encabezada por el escritor mexicano, con el objetivo de comprobar su inevitable fracaso. A partir del concepto zona de contacto, Kurz expone la disparidad de un proyecto que aspiraba al compromiso social, pero que en la práctica continuaba ligado valores nacionalistas y dominantes. El estudio hace hincapié en que la exclusión de temáticas, la subestimación del público lector y la disputa entre discursos ideológicos contrarios hicieron que el proyecto del Maestro se viera frustrado. Kurz ofrece una contribución valiosa al compendio, explorando las complejidades de la relación entre literatura y compromiso social en un periodo convulso del México del siglo XIX.
En cuanto a la problemática autoral, Ernesto Sánchez Pineda escribe “Manuel de la Parra (1878- 1930) Entre la torre de marfil y el arielismo ateneísta”. El investigador realiza un recorrido por la vida literaria del escritor zacatecano para establecer nexos entre la recepción de la obra de Parra y las opiniones de algunos miembros del Ateneo de la Juventud, así como con artículos y textos de corte personal. Estas referencias sirven a Sánchez Pineda para ir revelando los matices de un personaje ambivalente y multifacético que buscaba su lugar dentro de dos generaciones literarias. Sánchez Pineda señala: “[Parra] destaca por pertenecer a un grupo que se decantaba por el compromiso social, por la responsabilidad cívica, cobijados bajo la figura del intelectual; a pesar ello, el poeta decide quedarse en su Torre de Marfil. Una rara avis que dejó su estética y actitud en otro tiempo” (92). Desde esta perspectiva, la oscilación del poeta se expresa como un síntoma de su tiempo, mientras que su libre elección de permanecer en la torre de marfil representa un compromiso con su labor creativa. El ensayo deja entrever que la inmersión en cambios sociales y culturales no supone un factor determinante para el desarrollo de una literatura comprometida; apuntando a que la imagen ambivalente Manuel de la Parra es una muestra de las posturas en pugna que se manifestaban a inicios del siglo XX.
En relación con la idea anterior, la participación de Anuar Jalife Jacobo se centra en el compromiso político del poeta Carlos Gutiérrez Cruz. En “La canción tumultuaria y roja. Poesía y compromiso en Sangre roja. Versos libertarios (1924) de Carlos Gutiérrez Cruz”, Jalife argumenta que la obra del jalisciense está definida por una poética que reconoce a sus escuchas, con quienes desea compartir un “mensaje emancipador”. Gutiérrez Cruz es presentado como un escritor que pone el lenguaje al servicio de los oprimidos por medio de la fusión ideológica del comunismo y el cristianismo. El elemento que une ambas corrientes se encuentra en la sangre: símbolo redentor y libertario. A lo largo del estudio, el autor despliega una serie de implicaciones sobre la sangre, la voluntad creativa de Gutiérrez Cruz y su compromiso político ligado a la transformación del mundo mediante su quehacer poético. En opinión de Jalife: “Sangre roja fue un esfuerzo de traslación a un entorno ideológico particular, al combinar los postulados marxistas con elementos locales, en un afán por establecer una comunicación más clara con el público mexicano” (60). En definitiva, el estudio de Anuar Jalife resulta interesante porque sugiere una perspectiva revolucionaria insertada en los márgenes del discurso oficialista, aspecto que resulta interesante en un momento marcado por las controversias sobre el papel de la literatura después del conflicto armado.
Pedro Ernesto Velázquez Mora, por su parte, realiza un minucioso acercamiento a la obra antipoética del chileno Nicanor Parra en “El soliloquio del energúmeno: la rebeldía antipoética de Nicanor Parra”. El autor revela la forma en que opera la imagen del Energúmeno, figura rebelde e inestable creada por Parra para develar las injusticias y el caos social, mediante una palabra solidaria y contestataria. Aunque esto último pudiera suponer una imagen heroica del Energúmeno, éste es descrito como una vocalidad egoísta que mantiene un relación hostil con el mundo, pero que tiene un interés genuino por la justicia social. Velázquez Mora sostiene: “la antipoesía es, finalmente, el reconocimiento de la condición humana”. (116)
Cerca de la mitad del libro, y con algunas reflexiones puestas sobre la mesa en torno a la literatura comprometida en Chile. Felipe Oliver Fuentes Kraffczyk comparte el estudio titulado “De la denuncia política a la (Re) construcción de la memoria. Apuntes para una historia del testimonio en Chile”. El artículo está centrado en establecer las funciones sociales de la obra testimonial en Chile antes y después de la dictadura. El autor revela los contrapuntos de un género que se mueve entre víctimas y victimarios; donde la búsqueda de justicia y los intereses políticos confluyen haciendo del testimonio un discurso contestatario y, a su vez, un medio para la legitimación de posturas oficialistas. A pesar de la amplitud en los antecedentes históricos, que sustentan la propuesta del trabajo, no se profundiza en ninguna obra testimonial, si bien el objetivo del estudio está centrado en hacer un recorrido por las etapas de género en Chile. Una exploración detallada de alguna de las obras mencionadas en el artículo podría complementar el análisis, proporcionando una visión más completa de un género que busca denunciar y nombrar lo que se intenta silenciar.
Se suma a las propuestas ligadas al Cono sur, el capítulo “Lo que se abraza. Anotaciones sobre la prosa y la poesía de Raúl Zurita” de Asunción Rangel. La autora indaga en las implicaciones del tópico del abrazo en la obra poética del chileno. A partir de las palabras que el poeta pronunció en la entrega del premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. El abrazo, considerado inútil frente a la violencia estructural que nos atraviesa, es propuesto en el artículo como el espacio de enunciación al que Raúl Zurita nos invita como una manera de regresar, por medio de la palabra poética, a lo esencial de lo que somos: lo humano. Para así recuperar un poco de lo que hemos perdido. Escribe Asunción Rangel: “En el abrazo y en el llanto, como en las espumas de los mares chilenos, o en las arenas de los desiertos de Chile, los padres y los hijos acaso vuelven a encontrarse para apaciguarse, para apaciguarnos”. (182)
En “Nombrarlos a todos. El lenguaje de la violencia en Antígona González, de Sara Uribe”, Lilia Solórzano Esqueda realiza un minucioso estudio donde establece como punto de arranque los postulados éticos y las elecciones creativas de la poeta mexicana. Solórzano presenta el panorama de violencia actual indagando en sus consecuencias más que en las causas, para así evidenciar lo innegable de una situación que nos está rebasando. Bajo esta óptica, la obra de Uribe es concebida como una escritura comprometida que, similar a la voluntad creativa de Gutiérrez Cruz o la figura del Energúmeno, busca generar una poética que haga frente a la realidad social. Casi a mitad del ensayo, Solórzano vuelve a uno de los cuestionamientos que atraviesan la obra de Uribe: “¿De veras es posible un cambio desde la creación, desde el arte?” (149) La respuesta, nos sugiere, se encuentra en la necesidad de denunciar a través de la palabra, porque solo así existe y se logra generar empatía y solidaridad.
Más allá de la torre de marfil… no solo incluye aproximaciones interesantes a las obras particulares que aborda sino que propicia una reflexión general sobre la responsabilidad social de la literatura y su lugar en contextos hostiles y disímiles. Como el abrazo que apacigua, la palabra que nombra, reclama y hace existir realidades. La diversidad de perspectivas presentadas en el libro resalta la complejidad del entramado entre la creación literaria y su contexto, desafiando las percepciones simplistas y subrayando la importancia de continuar el diálogo y el cuestionamiento dentro y fuera de la academia.
Guadalupe del Rocío Villalobos Macías
Universidad de Guanajuato