Sergio Ugalde Quintana (ed.), Un cierto encanto goethiano. Correspondencia alemana de Alfonso Reyes (1914-1959),

México, El Colegio de México / Juan Pablos / Cátedra Humboldt, 2013

 

Nostalgia de Goethe:

Alfonso Reyes

y sus corresponsales alemanes

 

¿Quién puede negar la universalidad de Alfonso Reyes después de leer la ingente publicación de sus epistolarios? ¿Y la de polígrafo por la vasta cultura que abarcan sus simpatías y diferencias? Las ediciones de la correspondencia alfonsina, sin embargo, tienen un carácter desigual y a veces desarreglado. Destaca, por el fervor y la acuciosidad en su factura, Discreta efusión, la más completa edición de las cartas entre Reyes y Borges preparada por Carlos García. Antes de éste, hubo casi media docena de ensayos más o menos frustrados para coleccionar los testimonios, no por la inasequibilidad de las cartas, sino por las limitaciones de los editores. Además, García contempla muchos documentos adicionales, verbigracia los intercambios epistolares entre Reyes y otros colegas argentinos: Macedonio Fernández, Evar Méndez, Adolfo Bioy Casares y Juan Manuel Villarreal. Por la exuberancia de notas, referencias y aclaraciones, el lector tiene que esforzarse por no perderse entre las múltiples veredas de este libro de senderos que se bifurcan.

Igualmente respetable, ha sido el trabajo minucioso y arduo de Sergio Ugalde Quintana. Apasionado por el diálogo entre Reyes y no pocos intelectuales alemanes, Sergio Ugalde se ha decantado por reconstruir la trayectoria de Reyes y sus corresponsales germánicos. Aunque aquí sólo reseño su más reciente aportación a la vida y obra del regiomontano, Un cierto encanto goethiano. Correspondencia alemana de Alfonso Reyes 1914-1959 (México, El Colegio de México / Cátedra Humboldt-Juan Pablos, 2013), querría decir que la denodada busca en archivos de México y Alemania, principalmente (archivo personal de Alfonso Reyes, resguardado en La Capilla Alfonsina de la ciudad de México; Deutsches Literatur Archiv de Marbach; fondos especiales de la Staatsbibliothek zu Berlin; archivo personal de Américo Castro, resguardado en la Fundación Xavier Zubiri, en Madrid; archivo personal de José María Chacón y Calvo, resguardado en la Universidad Autónoma de Madrid, por citar algunos) tuvo su primer fruto en 2009: Un amigo en tierras lejanas: correspondencia Alfonso Reyes /Werner Jaeger (1942-1958), editado por El Colegio de México. En conjunto, recuperan 18 epistolarios y forman parte de un proyecto más vasto titulado “A la sombra del ensayo: filología y teoría literaria en Alfonso Reyes”. Otras ediciones contempladas para completar el prisma: correspondencia de Reyes con Américo Castro, con José María Chacón y Calvo, y con Raymond Foulché-Delbosc.

Un cierto encanto goethiano se halla ordenado en cuatro capítulos donde el editor revela idénticas facetas de Reyes con sus corresponsales alemanes: el primero recupera las cartas entre Reyes y sus traductores. En realidad, las traducciones alemanas de la obra alfonsina resultan escasas y se deben a Inés Elfriede Manz para algunas revistas de Alemania, Suiza, Luxemburgo, de los años treinta; también Rudolf Caltofen contribuyó en esa empresa y a él se debe la única traducción de Reyes en formato de libro al alemán, Kleine Miniaturen (Duisburg, Gilles and Franke Verlag, 1977). No sé si triste o doloroso, pero algún adjetivo habría que adjudicar a la casi invisible presencia de Reyes en Alemania: “A la fecha, ése es el único libro de Alfonso Reyes en el idioma de Goethe”, sentencia lacónicamente Sergio Ugalde. Si bien la recepción de la literatura mexicana, en particular, y de la hispanoamericana, en general, en Alemania tuvo un lento ascenso, y hasta tardío y retrasado por el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial, resulta paradójico que quien tanto se esmeró en difundir la cultura alemana ­—como los testimonios lo demuestran— apenas si tenga una recepción reducida a los círculos íntimos de sus interlocutores durante casi 45 años.

El segundo está dedicado al diálogo del regiomontano con sus corresponsales de los institutos iberoamericanos en Alemania; entre ellos destacan Ernesto Quesada, quien de alguna manera fundó la hoy reconocida biblioteca del Instituto Iberoamericano de Berlín. El otro gran interlocutor de Reyes en este aspecto fue Hermann Hagen, a quien aquél envió todos sus libros publicados desde 1932 hasta el año de su muerte, en 1959.

En el tercero, puede decirse, se presenta un museo de la discusión intelectual de Reyes con profesores y romanistas alemanes. Las cartas y las abundantes notas de Sergio Ugalde demuestran el prestigio filológico de que gozaba Reyes en ese momento, principalmente en el ámbito de la literatura áurea. Destacan en este apartado las cartas de Hellmut Petriconi, Karl Vossler y Walter Pabst, de donde surge un rico mosaico de opiniones, discusiones, coincidencias y divergencias como base de los modernos estudios de la literatura hispanoamericana en Alemania.

Finalmente, el cuarto apartado recupera los intercambios epistolares de Reyes con escritores, artistas y exiliados alemanes. La correspondencia con Udo Rukser debe subrayarse no sólo por su dimensión, sino porque esta amistad reivindicó el papel de Reyes como mediador de la cultura alemana en Hispanoamérica. Gisèle Freund, por su parte, exiliada alemana en Argentina, salió nuevamente desterrada y se avecindó en México hacia 1950. Ahí conoció a Reyes y mantuvo con él una fructífera relación: por ejemplo buscó, aunque infructuosamente, publicar la obra alfonsina en francés. Sergio Ugalde, como homenaje a los corresponsales, reproduce la serie fotográfica que Freund dedicó al autor de El deslinde.

Además de traducir las cartas originalmente escritas en alemán o en francés por alguno de los interlocutores de Reyes, Sergio Ugalde dedica buena parte de su aparato crítico a la dilucidación de datos enciclopédicos que van desde una nota cronológica hasta la aportación de nuevas epístolas que, si bien no forman parte de los autores recuperados, sí sirven para iluminarlos; no faltan las referencias intratextuales e intertextuales, además de los itinerarios intelectuales derivados de los excursos críticos.

Como sugiere Sergio Ugalde, modestamente, su trabajo no agota el tema de Reyes y la filología alemana; sin embargo, lo enriquece e impone retos más escabrosos a los estudiosos de la vida y la obra de Alfonso Reyes. Si los alemanes no han hecho justicia al “humanista de México”, como lo denominara Caltofen, considero que el autor de Un cierto encanto goethiano sí lo hace, y con creces, al tiempo que dignifica el valor de la práctica filológica en estos tiempos tan dados a la superfluidad crítica.

 

Antonio Cajero Vázquez

El Colegio de San Luis

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